Contaminación lumínica: riesgos asociados y modos de reducirla

La importancia que tiene la contaminación lumínica hoy es enorme. Y es que la idea de una ciudad iluminada, brillante y resplandeciente se asocia a los conceptos de progreso, desarrollo económico y prosperidad. No obstante, esta contaminación tiene unas consecuencias muy específicas y sus efectos van mucho más allá del hecho de no poder ver las estrellas en mitad de la noche.
En este artículo trataremos...
- ¿QUÉ ES LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA?
- CÓMO EVITAR LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
¿Qué es la contaminación lumínica?
Podemos entender la contaminación lumínica como la emisión de flujos luminosos artificiales, fundamentalmente con origen en el alumbrado urbano nocturno. Muchas veces, el diseño y la disposición del alumbrado en las ciudades tiene más que ver con la estética que con la funcionalidad, esto provoca que las emisiones sean superiores a lo óptimo, llegando a veces hasta tal punto la ineficiencia, que la mayor cantidad de luz se concentra hacia cielo y no hacia el suelo, donde más útil resulta.
Cómo evitar la contaminación lumínica
Las consecuencias de la contaminación lumínica no tienen efectos únicamente sobre la salud de las personas. En este sentido sus perjuicios son más amplios ya que, además de provocar deslumbramientos peligrosos, altera los ciclos biológicos de multitud de especies, teniendo efectos negativos en la salud de la fauna y la flora, produce un aumento excesivo del consumo de energía y de las emisiones de CO2, y por su puesto, imposibilita contemplar el cielo nocturno en su totalidad.
Hay muchos factores que pueden influir a la hora de evitar y reducir la contaminación lumínica. Los más destacados son los siguientes:
- El diseño, planificación e instalación de las luminarias. Un punto clave, tanto en lo referente al diseño estético (uso de farolas, focos o proyectores, según el caso), como a su planificación e instalación en la vía pública.
- La posición e inclinación de las luminarias. La colocación de las mismas, en términos de posición e inclinación, serán claves para que una luminaria no emita luz hacia el hemisferio superior. La iluminación debe dirigirse siempre hacia abajo para reducir el flujo lumínico.
- Uso de la potencia estrictamente necesaria. El uso excesivo de potencia, no solo hace que aumente considerablemente la contaminación lumínica, sino que también afecta al gasto energético, con los consiguientes sobrecostes económicos.
- Programar horarios de iluminación. ¿Es necesario mantener encendidas las ciudades durante toda la noche? Probablemente la respuesta en casi todos los casos sea que no, no hace falta que todos los puntos de luz urbanos estén activos todo el tiempo. Respetar los horarios, reduciendo o eliminando por completo la iluminación en las horas menos activas, es también otra medida efectiva que se suma a la necesidad de hacer un uso responsable de la luz en las zonas monumentales.
- La utilización de tonos cálidos. Además, hay que tener en cuenta que los tonos cálidos son siempre preferibles, ya que resultan más apacibles para la vista.
Con esta información y todos estos consejos en mente, reducir la contaminación lumínica resultará mucho más sencillo. No obstante, es un ámbito en el que aún se ha de trabajar mucho.
La normativa vigente sobre contaminación lumínica en España
Con el objetivo de hacer más sostenible la iluminación de las ciudades, se aprobó la Ley 15/2010, de 10 de diciembre, de prevención de la contaminación lumínica y del fomento del ahorro y eficiencia energéticos derivados de instalaciones de iluminación. Estas son las principales pretensiones de dicha norma:
- Defender al entorno de las molestias luminosas.
- Fomentar unas buenas condiciones lumínicas para preservar la salud de las personas, pero también de la fauna y la flora.
- Promover el ahorro y la eficiencia energética de los sistemas lumínicos para combatir el cambio climático, sin perjudicar a la seguridad.
- Proteger al paisaje y garantizar, en la medida de lo posible, la visión del cielo por la noche.
- Evitar las molestias de la contaminación lumínica en los entornos domésticos.
A la hora de definir medidas concretas, la Ley 15/2010 establece la zonificación del territorio, porque no todos los lugares son iguales ni tienen los mismos requerimientos. Se distingue entre los siguientes:
- Entornos oscuros. Observatorios astronómicos, parques nacionales o naturales y zonas de protección especial, en las que solo se admite un brillo reducido.
- Zonas de luminosidad baja. Extrarradios de las ciudades, suelos no urbanizables o áreas rurales. Aquí, solo las carreteras pueden estar iluminadas.
- Zonas de luminosidad media. En las zonas urbanas residenciales o industriales se permite la iluminación en carreteras y aceras.
- Zonas de luminosidad alta. Son los centros de las ciudades y centros de ocio y comerciales, así como lugares donde resida una gran cantidad de personas y se realicen con frecuencia actividades turísticas.
En relación con los horarios de encendido, en las zonas más iluminadas habrá que fijar franjas horarias para los alumbrados de exterior, atendiendo a unos mínimos de vialidad y seguridad. Concretamente, aquellos sistemas lumínicos ornamentales o comerciales deberán encenderse únicamente entre la puesta de sol y las 23 horas. No obstante, este periodo puede ampliarse hasta la hora de cierre de los establecimientos, o una hora más en festivos y vísperas de festivos.
Asimismo, la normativa contiene ciertas exigencias de prevención entre las que destacan las referentes al adecuado diseño de las luminarias a utilizar. Por ejemplo, la ley obliga a diseñar e instalar los dispositivos de modo que se reduzca al máximo la contaminación lumínica y se fomente el ahorro y la eficiencia energética.
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